¿Cómo diseñar buenos procesos?
Es muy fácil decir
aquello que no hay que hacer, pero muchos tiemblan ante la pregunta
de “Bien, y ahora... ¿cómo lo hago?”. En estas breves líneas
no puedo escribir un compendio sobre cómo tener los mejores procesos,
pero por lo menos puedo darte una idea de cómo podés hacer para
diseñar buenos procesos para tu organización: sea esta una empresa,
una ONG o una repartición gubernamental.
Lo primero que hay que
tener en claro es cuál es la propuesta de valor y la estrategia de
la organización. Por ejemplo: ofrecer un producto de calidad media que
esté siempre disponible en “tales” lugares. A partir de esto se
deben definir las características de las operaciones. Una vez que se
tienen estas características la cosa ya es más fácil.
Luego corresponde hacer
un análisis de los procesos actuales y ver qué se puede mejorar de
ellos, siempre considerando estas características que ya se
definieron antes. A esto se le llama “vectores de mejora”, porque
son los que definen la dirección de la mejora. Algunos ejemplos de
vectores de mejora pueden ser el control, la seguridad, la velocidad,
la disponibilidad, etc.
Una vez que se plantean
las mejoras sobre los nuevos procesos, entonces se diseñan los
procesos deseados y se analiza la brecha entre los actuales y los
deseados. Esta brecha nos va a indicar cuánto esfuerzo es necesario
para alcanzar estos nuevos procesos.
Generalmente este
análisis de brecha suele ser una formalidad, cuando en realidad debe
convertirse en un debate que nos permita entender si nuestra
organización tiene la capacidad de superar esa brecha y además si dispone de los recursos para hacerlo. Por capacidad nos referimos a si la organización
está preparada para hacerlo, preparada para enfrentar este campo. Porque pueden existir los recursos,
pero nuestra organización no está lista para dar el salto. Con este
debate en pie se debe volver sobre los procesos diseñados y hacer
las modificaciones correspondientes, teniendo en cuenta las
restricciones de capacidad de la organización y los recursos.
Todo esto es un proceso
lento y a veces doloroso, pero necesario. No tiene sentido diseñar
los mejores procesos si nunca llegaremos a implementarlos. Buenos
procesos son sólo aquellos que nuestra organización puede
implementar y seguir.
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