Una revisión: procesos y sistemas
Comencemos por repetir un concepto
clave: los procesos no son los sistemas. Esto, que parece tan
evidente y que todos comprenden perfectamente, terminan por
contradecirlo la mayoría de las organizaciones cuando vemos la forma
en que hacen las cosas.
Generalmente se toma la decisión
de implementar un sistema sin hacer ningún análisis previo. Cuando
se detectan algunos problemas de control se corre desesperadamente
hacia un costoso sistema world class, sin siquiera hacer antes un
diagnóstico detallado. A veces resulta inverosímil que empresas que
cuidan hasta el último centavo son tan proclives a implementar
costosos sistemas. Se prepara un detallado y convincente business
case, se hace informes que justifican la implementación del sistema,
pero casi nunca se hace un diagnóstico objetivo de la realidad, que
pueda determinar qué es lo que hay que hacer para solucionar los
problemas existentes.
Antes de poder definir el sistema,
es necesario definir los procesos, porque es la forma en que se
operará. Todo comienza con un análisis de la situación actual de
la operación, lo que involucra a los procesos. A partir de los
procesos se puede definir entonces las herramientas necesarias para
poder ejecutarlos apropiadamente. Dentro de las herramientas
disponible están los sistemas. Pero no siempre es necesario un
costos sistema: muchas veces basta con una simple base de datos y
alguna planilla de cálculos, todo depende de la relación
costo-beneficio.
Vale decirlo una vez más: los
sistemas no son los procesos, sino que son herramientas. Por eso es
fundamental primero definir los procesos para luego definir la
herramienta que colaborarán en su ejecución..
Una vez que se definieron los
requerimientos de los procesos, se procede a identificar los
requerimientos de sistemas. A partir de esto es fundamental encontrar
en el mercado el sistema más barato que cumpla los requerimientos
antes identificados.
Durante la implementación es
fundamental el rol de especialistas en procesos. Porque si se deja
que el negocio interactúe directamente con la gente de sistemas, se
corre el riesgo de que se terminen implementando procesos que atentan
contra la organización o que son perfectos para el sistema pero
inútiles para el negocios.
El negocio se ocupa
fundamentalmente de cumplir sus objetivos y muchas veces en pos de la
agilidad o comodidad omite cuestiones de seguridad, sustentabilidad o
costos: cuestiones que un especialista en procesos nunca pasará por
alto. Por otro lado la gente de sistemas se focaliza en la
construcción de la herramienta, haciendo a veces cosas complejas que
no sirven a los fines del negocio. Por eso, involucrar a un
especialista en procesos garantiza que el negocio obtenga una
herramienta que lo ayude a cumplir sus objetivos y que dicha
herramienta cumpla además con los requerimientos de procesos de la
organización.
El costo de incluir a alguien en
el equipo que se dedique a procesos, o incluso contratar a un externo
para la ocasión, es siempre menor que afrontar los costos
innecesarios en que se puede incurrir por comprar un sistema más
poderoso que lo necesario o por implementar un sistema que no cumple
con los requisitos de la organización.
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