El eterno diseño
Creo que es un gran problema
cuando los esfuerzo de mejora quedan en el diseño, lo cual,
lamentablemente, es más frecuente de lo que uno cree. En este tipo
de proyectos el diseño es algo relativamente rápido y por lo tanto
económico, pero las organizaciones comienzan a dudar el momento de
implementar estas mejoras, porque requiere una gran inversión en
tiempo, esfuerzo y dinero. Pero quedarse en el diseño es también
perderse de estos beneficios potenciales.
Tomemos como ejemplo un proyecto
de mejora de procesos: relevar los procesos y buscar las mejoras
implica aproximadamente el 15% del tiempo total requerido, siendo el
otro 85% dedicado a la implementación y control de resultados.
Diseñar es relativamente “fácil”, porque sólo implica observar
y documentar. Requiere poco tiempo y esfuerzo, por lo que también
implica un costo accesible.
Sin embargo, implementar significa
modificar la forma en que la gente trabaja, crear nuevos reportes y
sistemas de medición, modificar los sistemas informáticos, alterar
la cultura organización e incomodar a mucha gente en el camino. Todo
esto requiere un importante esfuerzo, mucho tiempo y hasta inversión
directa en algunos casos. El costo es mucho mayor y la sensación de
caos también. Por eso, a veces, las organizaciones rehuyen a este
panorama.
Diseñar sin implementar es hacer
un gasto inútil: porque si el diseño no se implementa se terminó
pagando por algo que no tendrá uso. Si por cuestiones de costos se
decide que el diseño de la mejora no se lleva adelante en un 100%,
al menos se puede implementar aquella fracción que sí le parece
sensata a la dirección.
Otras veces las organizaciones
postergan la implementación, lo cual también tiene consecuencias
nocivas. Todo diseño se realiza sobre la base de una situación
actual que se observa. En organizaciones poco estructuradas las cosas
varían sensiblemente en el tiempo, y no para bien generalmente. Esas
variaciones hacen que si se quiere implementar el diseño un año más
tarde la situación es distinta y, si bien los elementos sobre los
cuales se basó el diseño siguen siendo válidos, el diseño final
se torna obsoleto.
Me ha pasado que al llegar a una
empresa observo las planillas de cálculos que utilizan como soporte.
Sobre la base de lo observado sugiero cambios que orientarían el
trabajo, pero que a su vez no son de costosa implementación. Cuatro
meses más tarde estas planillas han cambiado y entonces la
sugerencia anterior pierde vigencia, aunque sigan siendo válidos los
principios sobre los cuales se basaba esa sugerencia. En otras
oportunidades hasta me he encontrado con cambios en el sistema que de
hecho iban en contra de las sugerencias planteadas en el diseño.
Mi más ferviente consejo es que
si uno se toma la molestia de diseñar las mejoras, entonces lo mejor
es implementarlas cuanto antes. Dilatar la implementación implica
retrabajos en el diseño o incluso la pérdida total de ese primer
trabajo realizado. Además, es aconsejable que durante la
implementación se involucre a quienes han hecho el diseño, para
asegurarse que sea interpretado correctamente.
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