El costo de la disrupción
Estamos concentrados haciendo algo
y entonces tenemos una interrupción. Atendemos la distracción, pero
tenemos que volver a concentrarnos, y eso nos toma un tiempo. Porque
la disrupción tiene un costo para nosotros: en este caso es tiempo.
Pero en las organizaciones sucede lo mismo, salvo que el costo es en
términos monetarios.
Independientemente de que se trate
o no de un diseño formal, existe en todas las organizaciones un
diseño de operaciones. Hay una forma de hacer las cosas y las
personas la siguen. A veces, en este diseño, se terminan
entrometiendo intempestivas urgencias que generan una disrupción en
el llano andar de las cosas. Un cliente que hace un pedido urgente,
una orden de producción que debe hacerse fuera del plan, un viaje
que se hace fuera del horario determinado, etc.
Todas estas disrupciones las
organizaciones las aceptan porque les permiten, o al menos eso creen,
agregar más valor a sus clientes. Sin embargo, esta primera idea
puede ser un poco traicionera, porque lo importante no es agregarle
valor a nuestros clientes, sino cobrarle por el valor que les
agregamos.
Las disrupciones tienen un costo,
esto es casi un axioma, porque cambiar algo que ya se había
optimizado, implica como mínimo un nuevo esfuerzo de optimización.
Si queremos lanzar una nueva orden de producción que no estaba en el
plan semanal, entonces tendremos que hacer cambios en el plan para
incluirla. Pero incluso puede ser que además de los cambios tengamos
que usar más tiempo de set-up, porque la orden la lanzamos entre dos
ordenes que no requerían cambios de herramental. En este último
caso comienzan a aparecer los costos más preocupantes de la
disrupción.
Si tenemos que hacer una entrega
de último momento que no estaba planeada, es probable que el
transporte tenga que desviarse de su ruta, generando así un costo
adicional. O incluso puede que tengamos que sacar un nuevo camión
sólo para esa entrega.
La fuente de la disrupción puede
ser nuestro cliente, que en su desorganización e indolencia hace
todo a último momento, o incluso puede ser interna, porque hay
sectores que no logran ordenar la forma en que trabajan. El primer
caso se soluciona cobrando precios diferenciales por las
disrupciones, el segundo promoviendo la disciplina operativa en la
empresa.
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