Innovar es un proceso

Se suele creer que la innovación es cosa de genios e iluminados: un gran descubrimiento para cambiar la forma en que vivimos. Pero esto no es más que un prejuicio.

La innovación no es sólo aquella disrupción que entra en el mercado y trastorna todo, porque la verdad es que hay muy pocos casos de estos. Incluso aquellos empresarios que llevan el rótulo de “innovadores” no pueden ser descriptos de esta forma disruptiva.

Por otro lado, si dependemos de la innovación para llevar adelante nuestro negocio y esperamos a que el momento creativo se presente espontáneamente como si fuera alguna visión oriental, entonces estamos librados al azar y no a nuestra acción: de esta forma el negocio pierde estabilidad y deja de ser predecible.

Existen formas de generar y gestionar la innovación y por eso existen empresas que son conocidas y reconocidas por su capacidad innovadora. No son un cúmulo de genios perdidos, sino que tienen procesos de innovación bien desarrollados y establecidos. Ninguna gran empresa puede hoy generar productos innovadores sin un elaborado y cuidado proceso detrás.

Hay varios modelos para gestionar la innovación y estos mismos modelos se pueden aplicar también a la gestión de proyectos complejos pero repetitivos. Son los modelos de primera, segunda y tercera generación.

Pero más allá de esto, lo importante es que la innovación no quede librada al azar, sino que exista un proceso claro y que se siga disciplinadamente: esta es la única forma de innovar de manera sostenida en el tiempo.

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