La obsesión de la tecnología

La incorporación de tecnología es un tema delicado que requiere el apropiado equilibrio: tanto un exceso de tecnología como una deficiencia de la misma llevan a operar por arriba de los costos mínimos. ¿Cómo detectar este punto de inflexión?

Históricamente la incorporación de tecnología en la humanidad estuvo vinculada a una mejora concreta en alguna variable de interés, variable que siempre repercute económicamente. La ecuación económica a veces no es tan sencilla y no se reduce a sumar algunas cifras. ¿Qué costo tiene para un negocio informatizarse? ¿Qué costo implícito tiene seguir usando papel? Estas preguntas son elementales al momento de decidir una inversión en tecnología.

Muchas veces los sistemas de trabajo antiguo son más eficientes desde el punto de vista económico que los grandes sistemas informáticos. El papel y el lápiz son todavía elementos válidos y muchas veces mejores que cualquier sistema. Mejor significa que tiene menores costos por transacción. Tal vez en una librería barrial incorporar un sistema es absurdo, incluso una planilla de cálculo se torna engorrosa, mientras que el papel es sencillo, de rápido acceso y muy flexible.

En otros casos la tecnología es tan costosa que es mejor trabajar con tecnologías algo antiguas pero que mantienen los costos a raya. Si bien es una molestia a nivel operativo, a nivel de resultado económico es viable. Se suele apelar a la modernización y a la eficiencia como argumentos para incorporar tecnología, pero es claro que lo que determina cualquier inversión es el retorno de la misma.

Recordemos que este retorno de la inversión no es sólo el ahorro directo de otros costos, sino las nuevas posibilidades que se abren al incorporar esta tecnología. El potencial incremento en el volumen de operaciones, las ventas adicionales, los nuevos clientes, todas cuestiones que se deben tener en cuenta. Esta es otra forma de sumar flujos de ingresos gracias a una mejora.

Sea cual sea el caso, la tecnología no debe llevarnos a ser “los mejores” sino a operar en ese rango de costos mínimos. Una gran inversión en tecnología traerá aparejada una gran carga económica para toda la empresa, mientras que una inversión deficiente traerá grandes costos de ineficiencia. Encontrar el equilibrio es casi una artesanía.

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