Tener buenos procesos, ¿es tener los procesos más eficientes?
Ya se imaginan la
respuesta, así que vamos a darla desde el principio: no.
Generalmente se cree que los mejores procesos son los más
eficientes, o los menos costosos, cuando en realidad no hay nada más
lejos de la realidad.
Aunque parezca evidente,
los mejores procesos son aquellos que mejor sirven a los propósitos
de la organización y no siempre son los más eficientes. Para poner
algunos ejemplos. Un banco no tiene como directriz principal que los procesos
sean eficientes, sino que primero deben cumplir con el marco
regulatorio, luego deben ser seguros y tal vez en tercer lugar esté
la eficiencia. Una empresa de retail tal vez tenga como principal
objetivo que los productos no falten en las bocas de expendio, luego
viene la eficiencia. Sin embargo, una aerolínea low-cost tendrá la
eficiencia como la primera de las directrices al momento de diseñar
sus procesos.
Era la intención
demostrar a través de estos ejemplos que los mejores procesos para
una empresa son aquellos que se alinean con la propuesta de valor que
la empresa está queriendo ofrecer a sus clientes. Esto, asumiendo que
la estrategia ya esté volcada en esta propuesta de valor. Sobre esto último
conversaremos en el siguiente post.
Una empresa que promete
ofrecer al cliente un servicio personalizado deberá sacrificar
eficiencia para poder brindar ese servicio. Y esto está vinculado a
lo que veíamos en el post anterior. Porque en definitiva no son
siempre los mejores procesos los más económicos.
Si bien la eficiencia es
algo que toda empresa debe buscar, no puede permitir que sea esta
búsqueda del menor costo la que termine dirigiendo toda la
estructuración de los procesos. El costo debe plantearse como una
variable a minimizar una vez que se han planteado toda una serie de
restricciones.
Y esto cuenta, sobre todo,
para aquellas organizaciones que están atravesando una situación
complicada y que para sortearla con éxito comienzan por hacer sus procesos más
eficientes. Pero en ese camino, terminan dejando de lado todas las
demás variables por centrarse demasiado en la eficiencia. Finalmente, tienen los procesos más eficientes,
pero que no tienen absolutamente nada que ver con aquello que la
organización necesita.
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