Un proceso para llegar a tiempo (Time To Market)
El concepto de Time To
Market (TTM) suele escucharse con cierta liviandad, cuando en
realidad es una métrica fundamental para entender el compromiso de
nuestra organización con la innovación. El TTM es el tiempo desde
la concepción de la idea hasta que la idea termina implementada en
el mercado. No creo que sea posible establecer un tiempo específico
para una industria, porque dependiendo del tipo de producto las cosas
pueden cambiar demasiado. No es lo mismo lanzar un chocolate de bajo
precio que uno que se encuentra entre los más delicados del mercado.
No es lo mismo lanzar algo a un mercado masivo que a un nicho.
Pero a pesar de que no se
puede hablar de tiempos absolutos, sí se puede hablar de tiempos
necesarios y sobre todo se puede hacer comparaciones entre los
distintos lanzamientos de una misma organización. En cualquier caso,
el TTM nos da a entender que existe un proceso que nos lleva desde la
concepción de la idea hasta el lanzamiento. Intentar mejorar ese
proceso es en realidad un segundo paso: el primero es definirlo.
Todos entendemos que
minimizar el TTM es no sólo una forma de reducir los costos y el
período de repago de la inversión, sino que además nos da una
ventaja competitiva sobre nuestros competidores. Las organizaciones
que ya han definido su procesos de diseño e implementación de
nuevas ideas pueden trabajar en formas de reducir este TTM. Pero el
problema más grave es cuando ese proceso no se define y se trabaja
“a pulmón”.
Las organizaciones que no
definen dicho proceso suelen tener un TTM casi infinito y en muchos
casos al producto llega al mercado demasiado tarde. Muchas buenas
ideas se terminan “pudriendo” en la etapa de desarrollo porque no
hay un proceso que obligue a las personas a dejar de lado lo urgente
y ocuparse de lo importante. El tiempo pasa, la idea pierde fuerza,
los competidores salen antes y todo el esfuerzo fue en vano.
Definir los procesos de
diseño e implementación de la idea es el primer paso para mejorar
nuestro TTM y así poder convertirnos en una organización más
competitiva. El proceso marca ritmos, marca hitos y entonces las
cosas se concretan: de lo contrario es sólo buena voluntad.
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