Las limitaciones del business case
Muchas empresas, sobre todo las
más importantes, utilizan lo que se llama un business case para
justificar sus inversiones o proyectos. Si bien desde el punto de
vista formal es una herramienta interesante, resulta que desde la
práctica presenta innumerables falencias.
El business case sostiene que si
los beneficios de los flujos futuros descontados superan el valor de
la inversión requerida, entonces se trata de una buena inversión o
proyecto. El primer “error” de los business case es que
contemplan los flujos que se originan como consecuencia de una
inversión, pero no los flujos que se pierden por no hacer la
inversión. Y más difícil aún es medir esas pérdidas evitadas una
vez que se realiza la inversión en cuestión.
Por otro lado los business case
consideran flujos futuros y la creatividad de gerentes y directores
para estimar estos flujos futuros han convertido al business case en
una flexible herramienta para aprobar o rechazar inversiones según
los intereses o “sensaciones” reinantes. Muchas veces se
considera en los ahorros las horas que una persona no dedicará a una
tarea, asumiendo que esa persona puede hacer algo más productivo con
su tiempo. Esto último nos hace preguntarnos: si había tantas cosas
importantes para hacer... ¿quién las hacía hasta ahora? Además,
como les digo a mis alumnos, el ahorro sólo se puede considerar si
se despide a una persona (o si se evita emplear a una).
Por otro lado, muchas veces se
suele ver fracciones de gastos asignados, más que erogaciones
reales, incluyendo así en el business case esa entelequia que es la
asignación de costos. El business case termina siendo entonces un
ahorro de asignaciones y no un ahorro de erogaciones reales: la
empresa no está incrementando sus ingresos, sino reasignando costos.
El último punto que hace a los
business case una herramienta endeble, es la posterior falta de
seguimiento. Muy pocas veces se suele verificar que los ahorros se
hayan cumplido o bien las mediciones realizadas dejan bastante que
desear, ocupándose quienes miden en hacer apología en lugar de
verificar si realmente se han logrado los ahorros.
Esto no significa que haya que
descartar el business case, pero sólo debería ser un criterio más,
que junto a otro set de herramientas, puedan ayudarnos a definir si
es conveniente concretar o no la inversión.
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