La pedagogía de las clasificaciones
Esta es una entrada atípica, pero
dado que en todo el blog se mencionan varias clasificaciones, me
pareció interesante una reflexión sobre qué tan útiles resultan.
Porque es claro que mostrar una clasificación de objetos está lejos
de ampliar nuestro horizonte y en este sentido pareciera dar lo mismo
cualquier clasificación. ¿Es esto así?
Cuando decidimos clasificar algo y
definimos las categorías de clasificación, no estamos sólo
buscando estructurar el conocimiento. A nivel académico puede ser
que se trate sólo de un ejercicio teórico, pero a nivel práctico,
cuando armamos las categorías y clasificamos los objetos dentro de
las mismas, apuntamos a agregar valor de alguna forma.
Tomemos el ejemplo de los
procesos. Al hacer un ejercicio dentro de una empresa para clasificar
los procesos en centrales, de apoyo, de control y estratégico, no se
está buscando una discusión purista, sino que se pretende llevar
orden a la práctica. En una organización abocarse a esta
clasificación puede hacer que se clarifique cuáles son las cosas
que realmente agregan valor al cliente y por la cual el cliente nos
paga (procesos centrales). Al ver este mapa de procesos, si
detectamos que hay muchos procesos de apoyo y de control,
inmediatamente veremos que hay un exceso de costos que no están
agregando valor realmente. Si no encontramos procesos estratégicos,
entonces nuestra organización se agotará en el corto plazo.
En el ejemplo, clasificar los
procesos es una forma de ver cómo está funcionando nuestra
organización y a qué le estamos poniendo la energía. A partir de
un simple ejercicio de clasificación pueden surgir inmediatamente
líneas de acción para reducir controles o minimizar el costo de los
procesos de apoyo, o incluso tercerizarlos.
Otra función muy útil de las
clasificaciones es fomentar las discusiones sobre la situación
actual. En el esquema de las 4V, ¿dónde nos encontramos? A veces
esta simple pregunta hecha a un grupo de personas trae respuestas muy
diversas, fruto de la discrepancia de visiones. El debate que sigue a
este ejercicio de clasificaciones puede ayudar a alinear a las
personas de la organización y a unificar las visiones.
Clasificar y conceptualizar no son
ejercicios teóricos, sino reflexiones que impactan directamente en
la forma en que gestionamos. Utilizar las categorías adecuadas puede
arrojar luz sobre problemas que a veces permanecen invisibles. Aunque
exista la percepción de que es una pérdida de tiempo, ejercitarse
con estas clasificaciones es una forma de comprender la complejidad
de nuestra organización.
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