El temor es un gran motivador
Muchas veces decir que el temor
es un gran motivador parece perverso, pero no se trata de inventar
fantasmas para asustar a las personas, sino de mostrarles la
realidad.
El temor, esto es tristemente
cierto, es uno de los motivadores más poderosos que existen para
generar el cambio en una organización. Puede ser el temor a perder
el trabajo, el temor a no recibir un bono, el temor a perder las
oportunidades de progreso, etc. Existen muchas cosas a las cuales les
tememos y cuando el mecanismo se activa, somos capaces de cosas
increíbles.
En una situación de estabilidad
absoluta, donde no se pueden tocar los privilegios de nadie, un
sencillo cambio en un proceso será resistido hasta el final. Esto
sucede generalmente en el estado. Porque las personas saben que no
importa lo que hagan, siempre conservarán sus privilegios (es decir
su trabajo y su sueldo).
Sin embargo, cuando el temor es
excesivo y se convierte en una certeza ineluctable, entonces las
personas se desmotivan y se dejan vencer, caminando con calma al
cadalso. Esto tampoco es productivo.
Si bien es recomendable utilizar
el temor como elemento de cambio en una organización, es un arte
hacerlo en su justa medida, para que resulte en un uso sano y
productivo. Esto no quiere decir que hay que agitar inexistentes
fantasmas, sino más bien mostrar las consecuencias reales de la permanencia de la situación actual. Si una empresa no ajusta sus procesos a los requerimientos de sus clientes, con el
tiempo perderá competitividad, perderá mercado y las personas que
resisten al cambio perderán su trabajo. Si hay un programa de
productividad y las personas no cumplen con los objetivos entonces la
empresa no será rentable y por lo tanto su desaparición es un hecho
cercano en el tiempo.
Saber mostrar las consecuencias
de no aportar al cambio en una organización es la mejor forma de
generar un temor sano y motivador en las personas. Todo cambio
requiere motivación positiva, pero sin este incentivo del temor
es difícil que la mayoría de las personas se plieguen al esfuerzo de transformación: la
mayoría somos resistentes al cambio por naturaleza.
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