No siempre es necesario hacer los números
Existen técnicas científicas
para evaluar un proceso. Sencillas pero trabajosas mediciones nos
pueden brindar mucha información sobre cómo estamos haciendo las
cosas. Sin embargo, estas técnicas son costosas y muchas veces no
rinden lo que cuestan.
Muchas veces basta con relevar el
proceso para entender donde están los problemas... incluso a veces
basta sólo con entrar a un lugar para entender qué está mal. El
relevamiento es en sí una herramienta potente, porque pone de
manifiesto los problemas más groseros, que son en definitiva los
primeros que hay que atacar. ¿De qué sirve medir el tiempo de
espera de los clientes en un banco cuando al relevar el proceso de
cajas se detectan una docena de tareas redundantes o innecesarias?
Tomarse el trabajo de hacer la medición es un esfuerzo absurdo.
Primero hay que corregir el proceso y una vez que está en línea,
entonces se pueden hacer mediciones.
En general, estas técnicas más
“científicas”, es decir el análisis científico de los
procesos, sólo se puede aplicar a situaciones en las que las
operaciones funcionan adecuadamente y tienen un nivel de eficiencia
aceptable. Entonces este análisis minucioso puede detectar los
puntos en los que es necesario mejorar.
También es importante aclarar que
no tiene sentido medir lo obvio: si a simple vista se ve que un
oficial de atención al cliente tarda mucho en cumplir con sus tareas
habituales, no es necesario medirlo. En este último caso no hace
falta hacer las cuentas para saber que hay que transformar el proceso
por completo.
El análisis científico de los
procesos es una herramienta muy poderosa, pero antes que eso es
necesario que haya un poco de orden, que los procesos estén en línea
y funcionando adecuadamente. Entonces sí, es el momento de buscar un
mayor nivel de eficiencia hasta en el más mínimo detalle.
Comentarios
Publicar un comentario